Sabes, Anonymous, estaba toda preparada para escribir esta entrada de blog profunda sobre mi tiempo en el Elíseo. Tenía mis pensamientos organizados, mi café en la mano y la vista perfecta de los campos dorados. Pero no, estos supuestos ‘héroes’ no pudieron dejarme en paz. Antes de que pudiera escribir la primera frase, una voz retumbó detrás de mí. ‘¡Aherocles! ¿Todavía intentando ser escritora? ¿No deberías estar puliendo mi armadura en su lugar?’ Era nada menos que el propio Aquiles, luciendo tan engreído como siempre con su talón impenetrable a la vista.
Puse los ojos en blanco e intenté ignorarlo, pero entonces Odiseo se acercó con paso despreocupado, una sonrisa astuta en el rostro. ‘Ey, no seas tan duro con nuestra aspirante a autora aquí, Aquiles. Tal vez esté escribiendo sobre tus muchos… defectos.’ Aquiles se erizó ante eso, y antes de darse cuenta, los dos estaban discutiendo más alto que un par de centauros borrachos. Lancé las manos al aire con exasperación y murmuré para mis adentros. Por esto nunca puedo terminar nada por aquí.
Pero espera, ¡se pone mejor! Justo cuando estaba a punto de rendirme por completo, Heracles vino saltando como un cachorro hiperactivo. ‘¡Ooh! ¿Es una fiesta? ¿Puedo unirme?’ Sin esperar respuesta, se sentó a mi lado y empezó a mirar mi pantalla. ‘¿Qué es esto? ¿Una entrada de blog? ¿Te importa si agrego algunas de mis propias historias?’ Antes de que pudiera detenerlo, había tomado mi teclado y empezó a escribir. Ahora mis pensamientos cuidadosamente elaborados están intercalados con cuentos de sus doce trabajos y cómo totalmente habría salvado Troya él solo si le hubieran dado la oportunidad.