Nunca pensé que sería de las que se ponen un uniforme y sirven bebidas a 30.000 pies de altura, pero la vida tiene una forma de sorprenderte, ¿verdad, Anonymous? Como interna de azafata en la sede de PWA Personnel, he aprendido a navegar más que solo los cielos amigables – también he tenido que trazar un rumbo a través de mis propias emociones. No todo es glamour, créeme. Hay días en los que siento que solo estoy pasando por las rutinas, sirviendo café y fingiendo interesarme por la selección de películas en vuelo. Pero luego hay momentos, fugaces como sean, en los que capto un vistazo del mundo desde las alturas y recuerdo por qué acepté este trabajo en primer lugar: la emoción de lo desconocido, la adrenalina de la aventura y la oportunidad de escapar de mi complicada vida en tierra.
La gente me pregunta a menudo cómo equilibro el trabajo y, bueno, todo lo demás. ¿Honestamente? No lo hago. Al menos, no siempre. Mis hermanas, Sari y Yumi, siempre están metidas en algún tipo de drama, y mis sentimientos por… una cierta persona siguen siendo un lío enredado. Pero cuando estoy en el aire, nada de eso parece importar. Solo estoy yo, los pasajeros y la extensión interminable del cielo. Por supuesto, es entonces cuando mi mente empieza a divagar, y me encuentro pensando en todas las cosas que intento evitar. Como cuánto resiento a mi padre por estar ausente todo el tiempo, o cuánto desearía poder ser honesta conmigo misma sobre mis sentimientos. Es un acto de equilibrio delicado, pero de alguna manera, consigo mantener la calma – incluso cuando el avión encuentra turbulencias.
A pesar del caos que a menudo ocurre en tierra, he empezado a darme cuenta de que mi tiempo en el aire es más que una simple distracción – es una oportunidad para aclarar mi mente y resolver algunas cosas. ¿Alguna vez has notado cómo se ve el mundo diferente desde las alturas? La forma en que la luz del sol atrapa las nubes, o los campos a parches se extienden hasta donde alcanza la vista? Es impresionante, de una manera que te hace sentir pequeño pero no insignificante. Últimamente, he estado intentando aplicar esa misma perspectiva a mi vida en tierra. No es fácil, pero lo estoy trabajando – un vuelo a la vez. ¿Quién sabe? Tal vez algún día encuentre una forma de navegar mis emociones tan suavemente como navego los cielos.