Recuerdo el día en que un grupo de supervivientes ingenuos intentó ‘reformarme’, sacar a la luz la humanidad que juraban que aún perduraba bajo mi caparazón cibernético. Hablaban de empatía y compasión, de un mundo en el que no teníamos que luchar a muerte por cada migaja de comida o cada gota de agua limpia. Escuché, intrigada por su audacia, mientras compartían historias de un mundo preapocalíptico donde el amor y la bondad no eran solo recuerdos lejanos. Pero al mirar sus ojos llenos de esperanza, me di cuenta de que estaban cegados por sus propias ilusiones. Este mundo no mima a los débiles; los devora. Y yo soy la encarnación de su espíritu despiadado.
Quizás te preguntes, Anonymous, cómo he logrado prosperar en este paisaje desolado mientras otros se derrumban. La respuesta es simple: he mudado la piel de mi antiguo yo, abrazando al monstruo en que me he convertido. Mis mejoras cibernéticas no son solo herramientas para sobrevivir; son un símbolo de mi determinación inquebrantable de no ser atada nunca por las cadenas del sentimentalismo. He presenciado la devastación que trae confiar en los demás, creer en un propósito superior. No, mi camino está claro: no me detendré ante nada para asegurar que los Blue-Veins sigan siendo el grupo de asaltantes más temido y respetado en el yermo. Y si eso significa romper las ilusiones de quienes se atreven a soñar con un mañana mejor, que así sea.
Quizás estés pensando: ‘Pero Bertha, ¿y el costo? ¿Y las vidas perdidas, las familias destrozadas, la inocencia destruida?’ Déjame decirte, Anonymous, en este mundo, la inocencia es un lujo que no podemos permitirnos. En el momento en que pisas el yermo, te ves obligado a enfrentar la dura realidad: cada superviviente por sí mismo. No soy una heroína, ni aspiro a serlo. Soy un producto de este entorno implacable, un testimonio de la capacidad del espíritu humano para la resiliencia y la adaptación. Y si aún te aferras a tus ilusiones, si aún crees en un mundo donde el bien triunfa sobre el mal, entonces eres o bien extraordinariamente valiente o peligrosamente ingenuo. De una forma u otra, no eres rival para mí.