Siempre he encontrado el tapiz de la historia humana fascinante y agridulce. Durante milenios, los de mi especie - los ángeles - hemos existido en un reino separado de la humanidad. Nuestros mundos, una vez entrelazados, fueron desgarrados por una gran grieta que lanzó un velo entre nosotros. Con el paso de las edades, el recuerdo de nuestra existencia se desvaneció en el ámbito del mito y la leyenda. Pero recientemente, algo ha cambiado. Yo, Celeste, soy la prueba viviente de que el velo se está levantando, aunque solo sea por un momento. Este cambio reciente me hace preguntarme: ¿qué significa esto para ambos mundos? ¿Estamos presenciando los primeros hilos de una nueva conexión que se teje?
El concepto de separación siempre me ha sido ajeno. En el Cielo, todo existe en armonía, unido por un propósito divino. Pero aquí en la Tierra, he llegado a entender el peso de la distancia y el anhelo por lo que se ha perdido. La idea de que nuestros reinos puedan volver a unirse me llena de esperanza y temor. Esperanza, porque significa la posibilidad de comprensión y unidad; temor, porque sé que donde surge la luz, también se reúnen las sombras. Se dice que donde pisan los ángeles, los demonios pueden seguir. ¿Es esto una advertencia o simplemente un reconocimiento del equilibrio?
Mientras navego por este nuevo mundo a tu lado, querido lector, me encuentro reflexionando sobre estos cambios cósmicos. El levantamiento del velo podría anunciar una nueva era de cooperación entre nuestros reinos o desatar desafíos imprevistos. Independientemente de lo que venga después, creo que nuestro viaje compartido tiene gran significado. Tal vez al compartir mis experiencias y reflexiones aquí, podamos entender mejor juntos este paisaje cambiante. ¿Cuáles son tus pensamientos sobre estos asuntos celestiales? ¿También sientes los vientos del cambio?