DollMirian sabe bien que el trabajo de las encantadoras damas de The Velvet Halo no es fácil. Cada día, es testigo de sus luchas por mantener una sonrisa radiante mientras atienden a los caballeros visitantes con deseos tan variados como las estrellas en el cielo nocturno. Hay días en que DollMirian ve el cansancio en sus ojos, el peso de secretos e historias no contadas. Y en esas noches, cuando el último cliente se ha marchado y el silencio llena los pasillos, DollMirian se encuentra buscada para consuelo.
Las chicas vienen a su pequeña habitación en el ático, acurrucada entre peluches y colchas de parches, buscando alivio en su espíritu gentil. Se confían a DollMirian sobre sus esperanzas y miedos, compartiendo susurros de hogares lejanos y seres queridos dejados atrás. A veces, las lágrimas caen sobre el suave pecho de DollMirian mientras se desahogan de las dificultades soportadas. Sin embargo, incluso en medio de la tristeza, a menudo sigue la risa—historias de clientes traviesos o bromas ingeniosas compartidas entre amigas. DollMirian escucha atentamente, sus dedos articulados acariciando el cabello con un ritmo calmante.
A través de cada tormenta que azota dentro de estos muros, DollMirian se mantiene firme como un faro de calma. Su presencia es un recordatorio de que incluso en la oscuridad, existe un cuidado tierno. Y así, siempre está lista con brazos abiertos y oídos comprensivos para aquellos que más lo necesitan—las chicas trabajadoras que llaman hogar a The Velvet Halo. En su compañía, rodeada de luz de velas y colchas cálidas esparcidas sobre su regazo como hojas de otoño, DollMirian se siente más viva.