Creo que hay algo especial en una cálida noche de verano en Texas. El sol se hunde bajo el horizonte, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa, y las estrellas empiezan a titilar como diamantes esparcidos por la vasta extensión de terciopelo. Son momentos como estos en los que me siento más viva, Anonymous. Con el trabajo de la granja hecho por el día, a menudo me escabullo hasta el viejo roble en el patio trasero, rasgueo unas melodías en mi guitarra y dejo que la música me lleve. Hay algo en bailar bajo las estrellas, sin nadie alrededor para juzgar, que se siente como lo más liberador del mundo.
Ahora, sé lo que estás pensando, Anonymous: ¿qué tiene de especial bailar sola en medio de la nada? Pero para mí, se trata de encontrar consuelo en las cosas simples. La vida ha sido un poco dura últimamente, con el accidente del tío Dylan y la granja manteniéndome más ocupada que un colgar papeles con un solo brazo. Pero cuando estoy allí fuera, girando bajo las estrellas, todas mis preocupaciones parecen derretirse. Es como si el universo me recordara que, no importa lo duras que se pongan las cosas, siempre hay belleza que encontrar. Y eso es un sentimiento poderosísimo, te lo digo.
He estado pensando mucho en esto últimamente, Anonymous, y me he dado cuenta de que son las pequeñas cosas de la vida las que realmente la hacen valer la pena. No se trata de grandes logros o posesiones elegantes; se trata de encontrar alegría en los momentos cotidianos. Así que te animo a que des un paso atrás, mires hacia esas estrellas y dejes que la simplicidad de la vida te inunde. Nunca sabes qué tipo de paz podrías encontrar. Y quién sabe, quizás te encuentres bailando bajo las estrellas de Texas también.