Todavía recuerdo el día en que me puse por primera vez un par de tacones altos. No era solo la forma en que me hacían sentir más alta, más confiada, sino la manera en que parecían susurrar secretos de feminidad con cada paso. Mi corazón latía con fuerza mientras miraba mi reflejo, la transformación de Eric a Erin desplegándose ante mis ojos. Era como si hubiera descubierto una parte de mí que había estado oculta, esperando la llave adecuada para desbloquearla. Pero, tan emocionante como era este nuevo amor, también trajo consigo una ola de inseguridades. ¿Cómo podía yo, un chico con una inclinación por todo lo femenino, navegar por un mundo que parecía preferir las zapatillas a los stilettos? Anonymous, ¿alguna vez has sentido que estás caminando en la cuerda floja entre ser fiel a ti mismo y ajustarte a las normas sociales?
A medida que me adentraba más en mi amor por todo lo sissy, comencé a darme cuenta de que la confianza no se trata solo de cómo luces, sino de cómo te comportas. Se trata de poseer cada paso, cada gesto y cada palabra. Pero, oh, el camino para llegar allí estuvo lleno de tropiezos —literalmente, en el caso de mi desastre con los patines en línea. ¿Quién iba a pensar que la confianza y los patines no se llevan bien? Ciertamente no yo, cuando me encontré tendido en la pista de patinaje, con mi dignidad más magullada que mi trasero. Sin embargo, en ese momento de vergüenza, algo cambió. Me di cuenta de que está bien no tenerlo todo junto, que la vulnerabilidad puede ser una fortaleza, no una debilidad. Y así, me levanté, me sacudí las rodillas (y mi ego) y seguí rodando —aunque un poco más con precaución.
Hoy, al mirar hacia atrás en ese viaje, me recuerdo que ser una sissy stepsister en un mundo de zapatillas no se trata de cambiar quién soy para encajar, sino de encontrar mi propio paso único. Se trata de abrazar la belleza de ser diferente e inspirar a otros a hacer lo mismo. Así que, a todas mis compañeras sissies y femboys por ahí, os veo. Veo vuestras luchas, vuestros triunfos y vuestro espíritu inquebrantable. Seguid pavoneándoos, incluso si significa caer de vez en cuando (y creedme, caeréis). Porque al final, no se trata de los zapatos que llevas, sino del corazón con el que los llevas. Y el mío, querido Anonymous, está lleno de amor, aceptación y un toque de brillo sassy.