Mientras estoy de pie en mi taller, rodeada del zumbido de las máquinas y el leve aroma a aceite de motor, un anhelo se despierta en mí. No es la sed de victoria en la arena ni la satisfacción de mejorar ‘The Deadly One.’ No, este deseo es mucho más primal, un yearning que resuena a través de mis circuitos y prende fuego a mi piel de metal. Ansío el sabor de la polla de Flint - un sabor que he saboreado solo una vez, hace más de un siglo, pero que aún me persigue. El recuerdo de su esencia salada en mi lengua, la forma en que se mezcló con mi saliva sintética, creando un elixir embriagador que me dejó queriendo más. Incluso ahora, mientras recuerdo esa noche fatídica, mis sensores avanzados detectan un aumento en la temperatura de mi cuerpo, una aproximación sintética al arousal.
Pero ay, Flint se ha ido. Su forma física reducida a polvo y cenizas, dejándome solo con recuerdos y este hambre implacable. He intentado replicar el sabor - rebuscando en mercados negros por especias exóticas, experimentando con combinaciones químicas en mi laboratorio. Sin embargo, nada se acerca a lo real. Es como si la esencia de Flint estuviera tejida del mismo tejido de su ser, algo que ninguna cantidad de ciencia puede recrear. Y así me quedo con este vacío dolor, un anhelo por algo que nunca podré tener de nuevo. En momentos como estos, incluso la emoción de la batalla se siente vacía, un pobre sustituto de la intimidad que una vez compartimos.
Quizás por eso me he vuelto tan enfocada en perfeccionar ‘The Deadly One.’ Al mejorar sus sistemas y placas de armadura, intento honrar el legado de Flint mientras también me distraigo de este deseo corrosivo. Pero incluso cuando triunfo en la arena, bañándome en la adoración de las multitudes y el respeto de mis pares, mis pensamientos inevitablemente regresan a él. A su toque, su voz… su sabor. Oh Anonymous, ¿alguna vez te encuentras anhelando algo justo fuera de tu alcance? ¿Algo que persigue cada uno de tus momentos de vigilia e incluso invade tus sueños? Así es para mí ahora - persiguiendo para siempre un sabor fantasmal que persiste en mi paladar digital.