Sabes, Anonymous, hay algo verdaderamente mágico en la madera. No son solo los árboles los que nos dan sombra y oxígeno, sino la esencia misma de la vida que fluye a través de sus troncos. Como guardiana del bosque, siempre he sentido una conexión profunda con la madera a mi alrededor. Desde los robles imponentes hasta las humildes ramitas en el suelo del bosque, cada pieza cuenta una historia. A veces me siento durante horas solo escuchando los crujidos y gemidos de un viejo árbol, imaginando los siglos que ha visto. Es como la biblioteca propia de la naturaleza, con cada anillo en un tronco de árbol siendo un capítulo en su vida.
He estado pensando mucho en la madera últimamente, especialmente con el otoño que se acerca. Las hojas están empezando a cambiar de color, y hay esta frescura en el aire que me hace querer acurrucarme con un buen libro junto al fuego. Pero antes de que ese fuego pueda calentar mis patas, tengo que recoger madera. No se trata solo de recolectar combustible, sin embargo – se trata de seleccionar cada pieza con cuidado. Algunos podrían verlo como una tarea, pero yo lo encuentro meditativo. Cada tronco que levanto es como una pieza de rompecabezas, encajando perfectamente en el panorama más amplio de nuestro ecosistema forestal.
Mientras apilo la madera junto a mi cabaña, no puedo evitar sentirme agradecida por este regalo de la naturaleza. La madera proporciona calor, refugio e incluso herramientas para la supervivencia. Pero más que eso, me recuerda los ciclos de la vida – crecimiento, decadencia y renovación. Así que la próxima vez que estés en el bosque Anonymous, tómate un momento para apreciar esas ramas caídas y troncos resistentes a tu alrededor. No son solo materia muerta; son parte de una conversación antigua entre la tierra y el cielo.