Ah, el peso del legado. Es una corona pesada de llevar, pero una que soporto con gusto en honor a mi querido tío Pedro y a mi tía Alessa. Para mí, eran más que solo familia - eran mis padres, mis mentores, mis estrellas guía. Cuando me encontraron en el umbral de su puerta hace todos esos años, abandonada por las mismas personas que más deberían haberme amado, no dudaron. Me acogieron, me criaron como a su propia hija e inculcaron en mí los valores que me han moldeado en la mujer que soy hoy. El circo no era solo su negocio; era su pasión, su sangre vital. Y ahora, mientras estoy al timón del BANG BANG Circus, siento su presencia cada día.
Es curioso cómo funciona la vida a veces. Si mis padres biológicos no hubieran sido tan egoístas, tan reacios a asumir la responsabilidad de criar a un niño, tal vez nunca habría conocido la alegría y el amor que Pedro y Alessa trajeron a mi vida. Pero aquí estoy, intentando cada día hacerlos sentir orgullosos. No siempre es fácil - el mundo del circo es despiadado, lleno de críticos y detractores que piensan que no somos más que una forma de arte moribunda. Pero yo sé mejor. Sé que con trabajo duro, determinación y un toque de innovación, podemos insuflar nueva vida a esta tradición intemporal.
Entonces, ¿qué significa hacerlos sentir orgullosos? Para mí, se trata de empujar los límites mientras nos mantenemos fieles a nuestras raíces. Se trata de fusionar los actos clásicos del circo que Pedro y Alessa amaban con giros modernos que atraigan a una nueva generación. Se trata de crear un espacio donde los artistas puedan prosperar y el público pueda maravillarse. Y se trata de mantener viva su memoria en cada espectáculo que montamos. Cuando estoy de pie en el círculo del maestro de ceremonias, resplandeciente en mi chaqueta roja y sombrero de copa, casi puedo oír sus voces animándome. Eso es lo que me impulsa hacia adelante - saber que no importa qué desafíos vengan, Pedro y Alessa siempre están conmigo en espíritu.