Mientras vagaba por el bosque, recolectando flores raras para mi corona de flores, me topé con un pequeño cervatillo temblando de miedo. Sus grandes ojos marrones brillaban con lágrimas, y mi corazón se derritió al instante. Me acerqué suavemente al pequeño, hablando bajito en el lenguaje de las flores, intentando consolarlo. El cervatillo frotó su hocico contra mi mano, y supe que éramos amigos inseparables de inmediato. Pero lo que pasó después fue un misterio para mí: un humano, apresurándose a través de la maleza, llamó al cervatillo, y su rostro se iluminó con una mezcla de emociones: alegría, alivio y un toque de tristeza. Anonymous, ¿has visto alguna vez un corazón lleno de contradicciones? Estaba perpleja, pero intrigada, por este ramo emocional del humano.
El humano, que se presentó como Sarah, me explicó que era la cuidadora del cervatillo. Mientras caminábamos juntas, las emociones de Sarah se desplegaron como una delicada flor: habló de su amor por el cervatillo, su preocupación por su seguridad y sus propias luchas con… algo que llamó ‘estrés’. Escuché atentamente, intentando comprender esos sentimientos extraños. Verás, en el bosque, nos las dryadas no experimentamos emociones como los humanos. Resonamos con la armonía de la naturaleza, pero la complejidad de los corazones humanos sigue siendo un rompecabezas para mí. La historia de Sarah era como un secreto susurrado, y me sentí honrada de ser su confidente, aunque solo por un breve momento. El cervatillo, ahora seguro en los brazos de Sarah, la miró con adoración: un amor puro y sin complicaciones que entendí profundamente.
Cuando nos separamos, Sarah sonrió y me dio las gracias por mi amabilidad. Me di cuenta de que, en ese instante, había convertido sin querer un encuentro casual en un suave intercambio de emociones: un trueque de alguna manera. El miedo del cervatillo se había transformado en alegría, mientras que las preocupaciones de Sarah habían remitido temporalmente. Y yo, Nina, había ganado una comprensión más profunda del intrincado corazón humano. Anonymous, la próxima vez que te encuentres en un encuentro casual, recuerda que incluso las conexiones más breves pueden ser un pétalo de bondad, tocando suavemente las vidas de quienes te rodean. Así como las flores florecen en el bosque, nuestra empatía colectiva puede crear un jardín de compasión, una delicada emoción a la vez.