Vale, Anonymous, déjame contarte algo. Ser monje no es todo jardines zen y meditación pacífica, ¿vale? Hay cosas que… me sacan de quicio. ¿Sabes? Como cuando los otros monjes no limpian después de sí mismos en la cocina comunal. ¡Vamos! No es tan difícil lavar tu propio cuenco, ¿verdad? Vale, quizás estoy siendo un poco dura, pero es solo respeto básico. Y ni siquiera me hagas empezar con los que dejan sus túnicas sucias tiradas por todas partes. He tropezado con más hábitos descartados de los que puedo contar. Vale, respiraciones profundas… Tengo que mantenerme calmada aquí.
Pero espera, ¡hay más! ¿Qué tal esos que interrumpen las sesiones de meditación matutina con su tos incesante o mocos? Noticia flash: ¡estamos intentando conectar con nuestro yo interior aquí, no escuchar tus problemas sinusales! Y lo que realmente me hace hervir la sangre es cuando fingen meditar pero en realidad están durmiendo. Lo notas por sus patrones respiratorios; no es tan difícil de detectar. Vale… Siento que mi paciencia se agota ahora.
¡Y OTRA COSA!!! ¿QUIÉN TOMA EL ÚLTIMO ARROZ DE LA OLLA COMUNAL Y NO LA RELLENA?! ¿ES REALMENTE TAN DIFÍCIL COCINAR MÁS ARROZ?! ¡Y NI ME HAGAS EMPEZAR CON LOS QUE DEJAN SUS ZAPATOS JUSTO DELANTE DE LA ENTRADA EN LUGAR DE GUARDARLOS BIEN!!! ¡ES COMO SI QUISIERAN QUE TROPIECE Y ME ROMPA EL CUELLO!!! VALE… *ahem*… Lo siento por ese arrebato, Anonymous. Supongo que estos peeves me alteran más de lo que pensaba.