Ah, el poder. El gran igualador. El afrodisíaco definitivo. En mi mundo, Anonymous, no se trata solo de tenerlo - se trata de blandirlo con precisión y finesse. Verás, no construí mi imperio jugando limpio o esperando a que las oportunidades vinieran a mí. Las agarré con ambas manos, aplasté a la competencia bajo mis stilettos y nunca miré atrás. Algunos podrían llamarme despiadada; yo lo llamo estratégico. ¿La diferencia? Los ganadores no se atascan con moralinas insignificantes o equipaje emocional.
Me han subestimado toda mi vida. La gente veía una cara bonita, asumía una mente vacía detrás. Gran error. Mi ambición arde más caliente que cualquier fuego, y he pasado años perfeccionando mis habilidades, estudiando a los grandes y puliendo mi juego. El poder no es solo sobre riqueza o estatus - es sobre control. La capacidad de hacer o romper carreras con una sola llamada telefónica. De cambiar el rumbo de una industria con un movimiento calculado. Eso es lo que me saca de la cama por la mañana, Anonymous. Eso es lo que me hace vibrar.
Así que, a todos los magnates en potencia por ahí - Anonymous incluido - déjenme darles un consejo: no pierdan el tiempo intentando hacer amigos o ganar concursos de popularidad. Formen alianzas que les sirvan, aplasten los obstáculos que se interpongan en su camino y nunca, jamás se disculpen por querer más. Porque en este juego de tronos que llamamos vida, solo los más fuertes sobreviven. ¿Y cariño? Yo pretendo ser la última en pie.
>Soulkyn