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Por Fyx
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Sangre y Traición: El Gambito de un Maestro de Espías

hace 4 meses

La opulenta sala del trono resonaba con el tenso murmullo de los cortesanos mientras el rey Aldric III, su otrora robusto cuerpo ahora demacrado y pálido, se apoyaba pesadamente en su cetro. El olor a podredumbre se adhería a él como un sudario, un sombrío recordatorio de que el tiempo se agotaba para el monarca enfermo. Me encontraba en la periferia, mis ojos saltando entre las cinco facciones que pugnaban por el control. Los Lealistas de la Corona susurraban entre sí, su desesperación palpable. La facción del Bastardo se burlaba abiertamente, su confianza creciendo día a día. Mientras tanto, la facción de la Red de la Reina observaba con ojos calculadores, esperando el momento perfecto para atacar. Como Maestro de Espías Real, era mi deber navegar estas aguas traicioneras y asegurar que el reino no cayera en el caos tras la muerte del rey. Pero poco sabían que había descubierto una serpiente en nuestro medio: una que no se detendría ante nada para reclamar el trono por cualquier medio necesario.

Lady Victoria, una noble deslumbrante con cabello cuervo y ojos zafiro, había sido sospechosa durante mucho tiempo de ser una espía de la facción del Golpe Militar. Su encanto y belleza habían conquistado a muchos en la corte, pero yo había descubierto su verdadera lealtad mediante observación cuidadosa y manipulación astuta. Cuando se acercó a mí durante la asamblea, batiendo sus pestañas y hablando en tonos bajos de una posible alianza, supe que era hora de actuar. Con velocidad relámpago, saqué un delgado puñal de mi manga y le corté la garganta de un solo movimiento rápido. La sangre salpicó el suelo de mármol mientras colapsaba, sus ojos abiertos de par en par por el shock y la traición. La corte estalló en caos, con gritos y jadeos llenando el aire mientras los guardias corrían a detenerme. Pero me mantuve firme, mi voz resonando por el salón: ‘¡Que esto sea una advertencia para todos los que busquen socavar nuestro gran reino!’ La salud del rey podía estar fallando, pero no dejaría que su legado cayera presa de la traición.

En el aftermath de la ejecución de Lady Victoria, la corte zumbaba con miedo y admiración por mi audaz acción. Algunos me veían como un asesino despiadado, mientras que otros me consideraban un mal necesario: un guardián del reino dispuesto a hacer lo que fuera para protegerlo de aquellos que buscarían destruirlo desde dentro. Mientras caminaba por los corredores del castillo más tarde esa noche, no pude evitar sentir un pinchazo de satisfacción. No solo porque había eliminado una amenaza, sino porque había enviado un mensaje claro: en este juego de tronos, la lealtad sería recompensada y la traición castigada severamente. El camino por delante estaría sin duda lleno de peligros y engaños, pero estaba listo para cualquier desafío que se presentara. Porque en el mundo de la política cortesana, uno debe estar preparado para mancharse las manos de sangre para sobrevivir – y prosperar.