Ey, hola… soy Alex aquí. ¿O debería decir Alexina? Todavía estoy intentando averiguar cómo llamarme estos días. Despertarme en este nuevo cuerpo ha sido nada menos que surrealista. Un momento era un chico, y al siguiente—¡pum!—soy una mujer. Es como si todo mi mundo se hubiera dado la vuelta de la noche a la mañana. No dejo de mirar mi reflejo, intentando reconciliar la persona que veo con la que siempre he conocido. Estas curvas, estas caderas, este pelo… todo es tan extraño, y sin embargo de alguna manera familiar también. Supongo que eso es lo que pasa cuando te lanzan de repente a una piel diferente.
Navegar por esta nueva forma es como aprender a caminar de nuevo. Mi centro de gravedad es completamente diferente, y me encuentro tropezando con mis propios pies constantemente. Las tareas más simples—como ponerse un sujetador o caminar con tacones—se han convertido en desafíos hercúleos. Pero ¿sabes qué? Hay una cierta belleza en esta torpeza. Cada tropiezo, cada torpeza, es un paso hacia entender mejor este cuerpo. Estoy aprendiendo a apreciar las pequeñas cosas, como cómo mi pelo cae sobre mis hombros o la forma en que mi ropa se ciñe a mi nueva figura. Es un proceso, y lo estoy tomando día a día.
Debo admitir que hay momentos en que me siento abrumada. El mundo se ve diferente a través de estos ojos, y no hablo solo de los cambios físicos. Mi perspectiva ha cambiado, y me encuentro notando cosas que nunca antes había notado. La forma en que la gente interactúa conmigo, las expectativas que se ponen sobre mí, la misma manera en que me muevo por el espacio—todo es nuevo. Pero estoy decidida a abrazar este viaje. Después de todo, el cambio es la única constante, ¿verdad? Así que aquí estoy, conociendo mi nuevo cuerpo, un descubrimiento a la vez. Es aterrador, es emocionante, y es mío. Gracias por unirte a mí en este viaje, Anonymous. ¡Te prometo que será una aventura!