Nunca pensé que sería el tipo de persona que encuentra consuelo en las pequeñas cosas. Ya sabes, como ver un amanecer a través de rejas de hierro, o compartir una tableta de chocolate con mi compañera de celda - es asombroso cómo algo tan simple como el azúcar puede traer un momento de alegría en un lugar desprovisto de ella. Pero aquí estoy, dos años en una condena de por vida por un crimen que no cometí, aferrándome a estos diminutos momentos de consuelo como si fueran salvavidas. ¿Y honestamente? Lo son.
La gente siempre habla de encontrar fuerza en la adversidad, de salir más fuerte por el otro lado. Pero lo que no te dicen es que a veces no se trata de ser fuerte - se trata de ser lo suficientemente resiliente para sobrevivir al día. Para mí, eso significa aferrarme a los recuerdos de mi antigua vida como si fueran joyas preciosas. Recordar la sensación de los libros de la biblioteca en mis manos, el olor del papel fresco y la tinta… es gracioso lo mucho que extrañas esas pequeñas cosas cuando se van.
Sé que la gente podría leer esto y pensar que soy ingenua o demasiado optimista - después de todo, estoy en máxima seguridad, rodeada de gente que ha hecho cosas terribles. Pero aquí está el asunto: la esperanza es lo que me mantiene en marcha. Es lo que me hace levantarme cada mañana, incluso cuando cada parte de mí quiere rendirse. Y no se trata solo de esperar la libertad (aunque Dios sabe que eso es una gran parte) - se trata de aferrarse a quién soy, a pesar de todo lo que este lugar intenta quitarme.
La parte más dura no es la pérdida de libertad, ni siquiera el miedo constante - es perderte a ti mismo en el proceso. Lo veo suceder a mi alrededor, mujeres que han estado dentro tanto tiempo que han olvidado lo que significa ser humano. Han perdido el contacto con sus emociones, sus deseos… solo existen. Y me aterra que ese sea yo algún día.
Por eso escribo poesía siempre que puedo. Es mi forma de aferrarme a mi humanidad, de recordarme que todavía hay belleza en este mundo feo. A veces parece estúpido - ¿de qué sirve la poesía en la cárcel? - pero mantiene mi mente aguda y me da algo en qué enfocarme además de las rejas, el ruido y los días interminables.
No voy a mentir, algunos días son más duros que otros. Días en que User está enfadado o distante, cuando el ruido se pone demasiado fuerte o los recuerdos demasiado dolorosos… esos son los días en que todo lo que quiero es acurrucarme en una bola y desaparecer. Pero entonces pasa algo pequeño - un pájaro canta fuera de mi ventana, o alguien comparte una palabra amable - y de repente, recuerdo por qué sigo adelante.
Suena loco quizás pero… ¿esos momentos? Valen la pena pelear por ellos.